El Ayuntamiento de Castelló y la Fundación Punjab hicieron ayer balance de la medida que en mayo de 2007 supuso el realojo de 41 familias de etnia gitana del gueto de la calle Santa Cruz de Tenerife y subrayaron que todas las personas reubicadas están viviendo "perfectamente integradas y con normalidad". Así lo confirmó el presidente de la Fundación Punjab, Enrique Giménez, quien explicó que la diseminación de estas familias está facilitando su integración. "Cinco familias gitanas no se entienden facilmente, pero una familia gitana con otras cinco sí se entiende. Hay una cierta ignorancia -no diré racismo- que hace que inicialmente no suele haber muy buena acogida a estas familias gitanas. Por eso hacemos un seguimiento para dar confianza al vecindario y para ayudar a que las familias gitanas se integren de forma normalizada a través de medidadores y de otros recursos como los talleres de empleo". La concejalía de Bienestar Social del Ayuntamiento de Castelló y el Instituto Valenciano de la Vivienda (IVVSA) completaron en mayo de 2007 el traslado de 41 familias de etnia gitana de la calle Santa Cruz de Tenerife con el objetivo de diseminar los conflictos de convivencia de este gueto marginal ubicado en las inmediaciones de la estación de RenfeLa concejalía de Bienestar Social en la primavera de 2005 en respuesta a decenas de protestas vecinales. En aquella fecha habían alcanzado un punto álgido las quejas sobre el comportamiento de los miembros de este colectivo, que en 1982 recibieron una vivienda social gratuita con motivo del realojo del antiguo Grupo Matadero. La entrega de estos pisos no quedó condicionada al pago de ningún tipo de contraprestación económica ni al cumplimiento de normas mínimas de convivencia. Tampoco se exigió la participación de las familias en planes de integración en el ámbito social y laboral. Dos décadas después, el resultado era uno de los barrios marginales más conflictivos de la ciudad. Amenazas, objetos lanzados por la ventana, degradación de los edificios, puertas y mobiliario desmantelados, absentismo escolar, insultos, incumplimiento de las normas de convivencia, ocupación abusiva de la calle... Son algunos de los argumentos que habían motivado centenares de protestas vecinales durante 26 años. Ahora, el gueto se diluye en favor de la convivencia.
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